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El
Kilt o mal llamada "falda
escocesa" solo se utiliza en eventos especiales, para
celebrar triunfos deportivos, para bodas –bodas escocesas-, bautizos,
comuniones... En contra de la creencia popular de que bajo el kilt no debe vestirse ropa interior, tampoco
hay ninguna normativa que lo impida. Pero como que Escocia tiene algo especial,
estos últimos días, los escoceses del “SI” dicen que los británicos del “NO”
debajo del Kilt llevan ropa interior, matizando que mañana, cualquier
extranjero, puede comprobarlo de primera mano. Creo que los escoceses
partidarios del “SI” –sin argumentes y utilizando bastante la demagogia- han sabido contrarrestar los argumentos sólidos
de sus oponentes con iracunda ironía.
Pueden que pierdan o puede que ganen,
pero nadie les puede negar que hayan despertado tanto interés a nivel mundial.
La Royal Mile es una sucesión de
calles de la ciudad vieja de Edimburgo que sale del castillo y termina en el
Holyrood House, casa de la Reina cuando visita Escocia. Unos
1.700 metros forrados de adoquines y encanto que unen el castillo y el
Parlamento. Allí desfila, impertérrito, con su falda escocesa, un miembro de la
guardia imperial... de La guerra de las galaxias. Las pegatinas del Yes adornan las cabinas
telefónicas rojas, vacías por culpa de los mismos móviles que las fotografían
sin piedad. La estatua de Adam Smith también luce un Sí. Cerca, a Wellington le
han colocado un cono separatista en la cabeza. Más allá, Sherlock Holmes
muestra un Yes en la solapa. Lo de
“Catalonia is not Spain” es hasta cansino. Es curioso, también, lo ponen
en medio castellano “Catalunya no es España”.
Los segregacionistas, independentistas y unionistas se
ríen con el chiste del año, ese que dice: “Es más fácil ver un oso panda en
Escocia que a un diputado tory (Tory es el verdadero nombre con el que se denomina a quien
pertenece o apoya al Partido
Conservador británico. En un
principio, tenía connotaciones despectivas ya que significaba bandolero, asaltador de caminos.
De los 59 representantes que corresponden a los escoceses en Westminster solo
uno es conservador. David Mundell. «Es el William Wallace de David Cameron»,
apuntan con ironía. Una mujer, enfundada en una camiseta negra cruzada por el
Yes, baja la voz y confiesa, con más prevención que si hablara de los célebres
fantasmas patrios o del monstruo del Lago Ness: «¿Sabes? Tengo amigos que han
votado a los tories». Y añade: «No te preocupes por tu inglés, el mío es peor,
yo soy escocesa». Más allá, el gaitero toca de nuevo. Parece el arranque de
Flor de Escocia, uno de los dos himnos oficiosos, el que se canta antes de que
jueguen sus equipos de rugbi y de fútbol.
El otro es Escocia la valiente.
Paradójicamente, es más duro con Inglaterra el de la flor, que recuerda el triunfo sobre el «ejército de Eduardo», que el de la bravura. Aunque esta última canción hable de que los escoceses anhelan sentir «el beso de la lluvia en sus caras», en los taxis siguen anunciándose apartamentos de la Costa Blanca. Y algún cartel celebra la unión de distintos países, pero solo en la Ryder Cup. Rechazar a España, no es ser independentista, sencillamente, es no reconocer el error político de su división. Cuando el mundo tiende a unirse, estos bizantinos se quieren unir “SI”, pero solo entre ellos.
Paradójicamente, es más duro con Inglaterra el de la flor, que recuerda el triunfo sobre el «ejército de Eduardo», que el de la bravura. Aunque esta última canción hable de que los escoceses anhelan sentir «el beso de la lluvia en sus caras», en los taxis siguen anunciándose apartamentos de la Costa Blanca. Y algún cartel celebra la unión de distintos países, pero solo en la Ryder Cup. Rechazar a España, no es ser independentista, sencillamente, es no reconocer el error político de su división. Cuando el mundo tiende a unirse, estos bizantinos se quieren unir “SI”, pero solo entre ellos.
Prima la incultura nuevamente, que tiende a hacer grandes alardes sin sentido crítico. Prima el mirarnos el ombligo por encima de los intereses generales que son de otros. Priman las mentes vacías, que en forma de cabinas como tu dices, se dejan llenar de imágenes con fotografías que hacen otros.
ResponderEliminarPero como decía el llamado emperador idiota de Robert Graves, en su obra -Yo, Claudio-, "dejemos que toda la ponzoña que acecha en el fango aflore".
Conste mi dedo hacia arriba en este artículo, ante el silencio de la plebe circense que no reacciona salvo para jalear a sus verdugos (curioso, cuando menos).