Solo de pensar que tenía a Rubalcaba como el político
más astuto de la del siglo, me deprime. Cierto y verdad que nunca le he votado,
ni le votaré. Dice en referencia al conflicto de Andalucía“. De manera
favorable para ¡Atentos¡ para ambas partes
-los andaluces pocos pintamos, solo votamos; se ha resuelto porque hay un proyecto serio. En efecto, un proyecto tan serio tan
serio, que se resume en tres palabras, como los grandes eslóganes políticos:
mantener el poder. Todo lo demás se ha demostrado pueril palabrería. Cómo nos
dejamos engañar por la presidenta andaluza, que parecía haber descubierto la
ética, la coherencia y la dignidad de la función pública.
Me parece justo y preciso entrar en las lecciones del
episodio, todas derivadas de la personalidad de
Susana Díaz, alias "la gorda pechugona" Como que casi nadie le conoce, Susana es la Pta. De la Junta
de Andalucía). Es cierto que actuó con gallardía ante un comportamiento
demagógico y poco leal de un compañero de Gobierno como Izquierda desunida.
Pero perdió ese valor cuando se achantó y derogó el decreto de retirada de
competencias, que duró unas míseras 24 horas. Lo menos que se puede decir es
que se asustó ante el panorama que ella misma había creado. Y a la hora de la
verdad prefirió mantener el poder a mantener íntegra la coherencia.
La política, no solo vive de palabras, aunque sean el
principal sustento de la Susana –siempre dice lo mismo-. Para dar un golpe de
mano, hay que tener la salida asegurada. Por ejemplo, tener previsto que el
golpe conduce a un adelanto electoral, y nadie provoca elecciones para
perderlas. Y prever que, si las encuestas
no anuncian mayoría absoluta, a lo mejor, a lo peor, hay que volver a llamar a
la puerta del partido al que se echó a patadas del poder. Y tener la
experiencia suficiente, quizá la experiencia mínima, para darse cuenta de que
el PP siempre triunfa donde naufragan las alianzas de izquierda.
Es tan elemental, que pensé que Susana partía de esos
supuestos. No la creía tan precipitada como para meter un rejón a sus socios
sin tener las espaldas cubiertas. Y ahora se nos queda como una dirigente
política que se mueve por impulsos y le falta la cualidad política de la
serenidad.
Sirva de lección para todos. Y sirva también esta
retirada de elogios. El elogio se prodiga cuando hay una causa que merece la pena; se retira y se convierte en crítica cuando se produce la decepción.
Tampoco ha sido mucha la decepción. Susana, sencillamente, es una testaferra de
Chaves y Griñán.
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