Lujo y miseria

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Vista exterior de la casa de Cospedal
Debo de reconocer que ni la La Pajín me la ponía, ni la Cospedal me la pone y aseguro que los años no me han aminorado la picha. Una era un bulto de carne quieto, casi mugroso y la otra un huracan motivado por la mentira  Hace poco decía el huracán de la mancha que España tenía un presidente de lujo . Todos conocemos ese consuelo de que el lujo no tiene por qué ser caro, pero también sabemos que no se corresponde ni con el sentido de la industria especializada ni con la acepción que Cospedal le da, a juzgar por algunas manifestaciones personales en su forma de representarse.
No hay la menor duda, el lujo o es caro o no es lujo. El lujo es lo que distingue a los que pueden permitírselo de los que no. Hay cosas muy placenteras que son gratuitas o baratas, pero nunca El Bigotes y sus lacayos  tendría un detalle con algo de ese tipo. Ya sabemos lo que cuesta un registrador metido a político, lo que declara, los bonus de sus resultados electorales, hablando siempre en A, ante Hacienda y ante la Historia, y por si nos parecía poco él ha dejado caer la cuenta del lucro cesante, lo que habría ganado como registrador de la propiedad a tope con más de 30 años de ejercicio.
En el departamento de intervención de presidencia tienen, perfectamente,  claro lo que gana y no percibirá bonus en función de cumplimientos, porque, si así fuera, debería dinero al Estado. Lo ha reconocido él mismo: no es que no haya cumplido una sola promesa electoral, es que las ha incumplido todas, pero ha cumplido con su deber. ¿Su deber?, ¿su deber con quién? No con los que le votaron, él lo ha reconocido. Entonces, ¿a quién debe tanto?, ¿a quién más se debe con tanta deuda que no deja margen a la negociación?
Mariano Rajoy tiene un alto concepto del deber o de la deuda, está por aclarar. No se debe a quienes le votaron tanto como a otros poderes que le han retorcido el brazo con el que pensaba gobernar. Y debería aclarar cuanto antes las deudas con Bárcenas, el que administró su partido, porque ese culebrón se está haciendo tortuoso.

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