A punto de acabar el peor año de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, que ya es decir, todo indica que, a pesar de los casos de corrupción que le acechan y de la pérdida de su escuálida mayoría parlamentaria, no adelantará las elecciones. O precisamente por todo ello, no quiere ni ver en pintura una urna. Pues sólo las recocinadas encuestas del socialista Félix Tezanos le auguran una victoria. Las otras, las de verdad, además de asegurar una clara derrota del PSOE también vaticinan que ni siquiera podrá gobernar con sus actuales socios de investidura, en especial por el desplome de Sumar y el crecimiento del PP, que figura como vencedor de unos hipotéticos comicios.
Pero Pedro Sánchez en todas sus declaraciones públicas reitera que aguantará en Moncloa hasta 2027, con o son Presupuestos, con o sin mayoría parlamentaria. Le basta con ejecutar sus decretazos en el Consejo de Ministros para contentar las urgencias de algunos de sus socios, pues en el Congreso lo habitual es que salga derrotado. Va de fiasco en fiasco en el Parlamento y en la calle. Hasta ahora el presidente siempre ha salido adelante gracias a sus trampas, sus piruetas ilegales y su falta de escrúpulos. Pues es capaz de saltarse las leyes o inventárselas para aferrarse al poder. Pero todo apunta a que, ni siquiera sus socios más fieles aguantan más tanta desfachatez. Pero también es verdad que siempre preferirán a Sánchez en La Moncloa que a cualquier otro.
Y con ese panorama comenzará 2025. Con su mujer y su hermano, con el que fuera su mano derecha en el PSOE y en el Gobierno, además de con el fiscal general del Estado desfilando ante los tribunales. La imagen, no sólo del Gobierno sino de nuestra democracia ya es un deplorable espectáculo que traspasa las fronteras. España ha pasado de ser admirada por su ejemplar transición democrática a ser denostada por la crítica situación actual. A ser despreciada políticamente por los atentados del Gobierno a la independencia judicial, por sus políticas radicales y populistas, por su inseguridad jurídica. Por tantas y tantas irregularidades democráticas protagonizadas por Pedro Sánchez. El final del peor presidente de la democracia española, el más tramposo y peligroso, debería estar cerca. Pero no hay que fiarse. Hoy, lo único seguro es que, si todo sigue igual, el año 2025, para Sánchez y para España, será peor que 2024. Aunque parezca mentira.
Comentarios
Publicar un comentario