El indudable éxito del
Gobierno al pactar la reforma laboral con los empresarios y sindicatos puede
terminar en fiasco. Los socios de investidura de Sánchez han mostrado su
rechazo a apoyar en el Parlamento el “maquillaje” de la ley de Rajoy, por lo
que sería rechazada. Y Ciudadanos, en su canto del cisne, se ha ofrecido a
negociar con el Ejecutivo antes de anunciar su apoyo.
El presidente ni siquiera ha
contestado a la oferta del partido de Arrimadas, pues prefiere negociar antes
con ERC, Bildu y el PNV, sus socios predilectos que, además, se enfurecerían si
la reforma laboral sale adelante con el voto de Ciudadanos. Una vez más, Pedro
Sánchez se encuentra en una encrucijada por su enfermiza dependencia de los
separatistas y proetarras, a los que necesitará durante el resto de la
legislatura.
Para salir del atolladero,
Sánchez ha encargado a Adriana Lastra que negocie con sus socios de
investidura, que se preparan para poner sobre la mesa lo de siempre: ERC,
aprobar un referéndum de autodeterminación en la mesa de diálogo y Bildu, la
liberación de los presos etarras. Y ambos, que prevalezcan los convenios
autonómicos. Pero tampoco esos apoyos le servirán. Porque la CEOE ya ha
amenazado con romper el acuerdo si “se toca una coma” de la reforma laboral
pactada.
De nada le servirá a Pedro
Sánchez proclamar a los cuatro vientos el indiscutible éxito de su acuerdo con
los agentes sociales. Necesita aprobar la reforma laboral en el Congreso de los
Diputados. Y, de momento, le faltan los votos necesarios que, como siempre,
dependen de unos socios de investidura, dispuestos a extorsionar una vez más al
Gobierno. El presidente debería buscar otros apoyos para aprobar la reforma
laboral y librarse del chantaje de ERC y Bildu. Pero no se atreverá. No quiere
ni acercarse a Ciudadanos. Como siempre, prefiere humillarse ante sus socios
preferidos.
A Pedro Sánchez solo le
quedan dos opciones. Pactar la reforma con sus socios a costa de que los
empresarios rompan el acuerdo. En tal caso, ya no supondría un éxito. También
puede arriesgarse a seguir adelante con el apoyo de Ciudadanos y la abstención
del PNV. Y, entonces, se encontraría a la intemperie el resto de la
legislatura. Al final, Pedro Sánchez pagará cara esa dependencia de unos socios
que solo buscan dinamitar la Constitución y perjudicar a España con sus
exigencias. Porque, para ellos, la reforma laboral es lo de menos.
Comentarios
Publicar un comentario