Lo peor de las mentiras de Pedro Sánchez es que son de verdad.


Lo peor de las mentiras de Pedro Sánchez es que son de verdad.


Es para joderse, el cambio de ritmo de Pedro Sánchez es muy sospechoso, él se preguntaba y él se respondía y eso, si otra cosa no, es preocupante. El muy cruel nos confina tarde y de mala forma, ahora que se siente un todopoderoso decide dar vacaciones a los que ya las tenían. Muchos de vosotros habéis oído el mensaje de Pedro, mañana o pasado se hará oficial –creo que el BOE, también queda confinado- cuando lo leáis ni un solo punto de los que ha cacareado se corresponderá con la realidad

En líneas generales, los españoles están guardando una férrea disciplina, bajo el estado de alarma. Cumplen con el confinamiento, aceptan la restricción de sus libertades y confían en el criterio de las autoridades para superar juntos la peor crisis vivida en décadas en España. Por eso merecen que el Gobierno los trate como adultos. Que respete su inteligencia. Y que delegue en quien corresponda todos los recitales televisivos a los que, últimamente, nos tiene acostumbrados. Él, Pedro Sánchez, tiene menos crédito político que, por ejemplo, Carles Puigdemont.

Todos sabemos que este Gobierno es muy propenso al voceo mitinero y a juegos macabros de laboratorio con final “”virulento”. Pero resulta que los españoles estamos hasta los cojones de Pedro, de su banda y de aguantar por doquier tácticas rufianas por las cuales la opacidad se vende como transparencia al objeto de proteger al Gobierno de los efectos de su deficiente gestión. La manipulación o la dilación de explicaciones no lo protege de nada; cuando la verdad acaba asomando, el mando único termina más expuesto que antes al recelo y a la justificada indignación de la gente, aunque a él, le suene a chino. .

Ni en la más profunda de las dictaduras, todos las preguntas que como en tiempos de Rajoy se hacía a viva voz y sin más preámbulos –hasta El País” del Sábado admitía dicha virtud del mandatario gallego. Hoy,  un secretario de Estado criba a su libre conveniencia las preguntas que se le van a hacer, además, antes de escuchar el discurso y…cuando admite preguntas. No es de recibo que Margarita Robles pida ayuda a la OTAN fijando el inicio de la emergencia -qué casualidad- en el día después de que el Gobierna alentara y liderara las multitudinarias manifestaciones del 8-M, autorizadas contra el criterio de la OMS por razones políticas. Sobre todo cuando su compañero Salvador Illa no ha tenido más remedio que admitir al fin ayer que la última semana de febrero fue clave en la expansión del contagio. No es de recibo que la vicepresidenta sea ingresada con infección respiratoria -el español es el gobierno con más positivos por coronavirus de Europa: siguió celebrando reuniones presenciales con el vicepresidente Iglesias en cuarentena- y se trate de ganar un tiempo absurdo enfatizando el carácter "no concluyente" de su test. Lo responsable habría sido admitir la evidente probabilidad de que Carmen Calvo  tuviese el COVID-19. Les molesta.

Salvador Illa es un economista catalán, mano derecha de Iceta, por esa razón es ministro de Sanidad ¡Manda huevos¡ No solo sabe que es profano en números y medicina, sino que manipula las cifras de mascarillas que se supone que está distribuyendo mientras el Gobierno de la Comunidad de Madrid, que está sobre el terreno y posee las competencias, denuncia que lleva dos días sin recibir suministros sanitarios y las plazas de UCI colapsan. Como dijo Cayetana Álvarez de Toledo ayer en el Congreso, sociedad y partidos han depositado un gran poder en manos de Sánchez, pero Sánchez está devolviéndoles una "eficacia mínima". Y no es de recibo escudarse en la unidad, no ya porque Sánchez fue implacable con Rajoy en la crisis del ébola -incomparablemente más inocua-, sino porque en democracia ningún apoyo es incondicional y menos a la vista de negligencias tan obvias y graves. España ha superado a China en víctimas mortales. Los datos de una dictadura nunca son fiables.  

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