Hace más de un año que vengo
escribiendo que Podemos no es ni siquiera un partido político, solo es una
banda dependiente de la tiranía venezolana y de la Yihad iraní (Chiitas) cuyo
único objetivo es desmantelar España para desde estas “dependencias” propagar
el culto mahometano en Europa. En cambio, VOX, la ha tomado con Pablo Casado, ahora le pide, poco menos, que destituyan a Trump, cambien la estatua de la libertad por la de Franco o no hay apoyo parlamentario.
La presidenta del Congreso
de los Diputados, Meritxell Batet, ha fijado el debate de investidura del
presidente del Gobierno en funciones y candidato del PSOE a la reelección,
Pedro Sánchez, para los próximos 22 y 23 del presente mes de julio. Con el
anuncio de la fecha de la sesión de investidura, España pone en marcha hoy una
dramática cuenta atrás política. De superarse el plazo de dos meses a partir de
la primera votación fallida sin que Pedro Sánchez consiguiera ser elegido
presidente, el país se precipitaría por el abismo de una repetición de las
elecciones.
Una hipótesis catastrófica, porque prolongaría
sine die el desgobierno de España en un momento crítico por las reformas
económicas pendientes, por el nuevo desafío independentista que aguarda en
cuanto se conozca la sentencia del procés y por el complejo contexto
internacional en Europa y en el resto de mundo. Sería la segunda repetición de
unos comicios en cuatro años, lo que ofrecería una imagen de inestabilidad que
lastraría el buen momento económico del país tras una época de sacrificios
pagados a costa del bienestar de los ciudadanos. En definitiva, una
irresponsabilidad absoluta.
Precisamente por el
disparate que supondría llegar a ese punto de no retorno, resulta más
injustificable la actitud de Pedro Sánchez, que más de dos meses después de las
elecciones no ha emprendido siquiera una negociación sobre medidas políticas o
sobre un programa de gobierno con ningún partido. Ni ha ofrecido un pacto a
Unidas Podemos, más allá de un fantasmal «Gobierno de cooperación» que no
significa nada, ni ha planteado a Ciudadanos o el PP compromiso alguno que
permita que ambos le faciliten la investidura. Se limita a esperar a que el
tiempo pase para que, ante la inminencia del desastre, sean los otros los que
le den el Gobierno gratis total. Una estrategia que supone jugar de manera
irresponsable con el futuro del país y con sus ciudadanos, y que demuestra que
lo único que le importa es alcanzar el poder a toda costa.
Pero, además de esa actitud
propia de un Nerón que toca la lira mientras arde Roma, Sánchez y su gurú Iván
Redondo han creado una gran ficción que mantiene engañados a muchos ciudadanos
y no pocos analistas. Transmiten la idea de que bastaría con que Unidas Podemos
vote a favor para que la investidura salga adelante. Pero no es así. Incluso
con el apoyo de Unidas Podemos, del PNV y de otras pequeñas fuerzas, con esa
vía Sánchez necesitaría irremediablemente pactar con los independentistas. Algo
que se está hurtando deliberadamente del debate. Sin la abstención o el voto a
favor de ERC o de Bildu, no hay Gobierno de izquierdas posible. Con coalición o
sin ella. El otro gran teatro de Sánchez es insistir en que la abstención de
Ciudadanos desbloquearía la investidura. Falso. Si eligiera la vía de alcanzar
la presidencia gracias a Cs, Unidas Podemos votaría no, con lo que habría más
sufragios en contra que a favor. Sánchez debe dejar de jugar a la ruleta rusa
con España y negociar su investidura sin esperar a que los apoyos caigan del
cielo. Pero, por encima de todo, debe decir la verdad. O gobierna en precario y
dependiendo de los independentistas, o lo hace en coalición con Ciudadanos con
180 escaños. Esas son las únicas opciones. Lo demás, son cuentos, mentiras y
teatro político.
Comentarios
Publicar un comentario