De nuevo, el furibundo
populista, Pablo Iglesias chantajea a los más de 450.000 inscritos que enrolan
el falso rol de podemitas de tercera. Pablo e Irene se someten a una manipulada
“votación”. Sea cual sea la realidad del resultado, tal y como hace su patrocinador,
Nicolás Maduro, cara a sus fanáticos y detractores, saldrá el resultado que a
él le salga de los huevos.
No, el jefe de Podemos tiene
que tener la misma visión política y por ende decisión democrática como para de
la misma forma que intentó apabullar a Luis de Guindos –más de 50 veces pidió
su dimisión en una semana- por comprar una vivienda de 600.000 euros,
sencillamente, Pablo e Irene deben dimitir sin someter a un inútil sufragio
encismado con populismos baratos a sus hipnotizados votantes.
Aún recuerdo cuando Pablo
Iglesias y la portadora de sus mellizos, Inés Montero, imitando a Perón y Evita, Obama y Michelle, o al matrimonio KKirchner, pretenden utilizar a las bases del partido para
legitimar una decisión particular que entra en flagrante contradicción con el
discurso de la formación e incluso con su código ético, como denunció
contundentemente el alcalde Cádiz, José María González, Kichi. De esta forma,
en un ejemplo de populismo caudillista, la joven pareja que controla
inflexiblemente Podemos desde el segundo congreso de Vistalegre ha optado por
el chantaje a los casi 500.000 inscritos en el censo de la formación a los que
exigen avalar su conducta o asumir la responsabilidad de su marcha de la
dirección. La de ambos. Porque los dos son el partido. Así, al menos, lo ha
considerado siempre Pablo Iglesias desde que decidió cambiar el logotipo de los
círculos morados en las papeletas electorales por el de su rostro.
Mucho más allá de la
indecente y sucia estrategia de confundir su vida personal con la imagen del
partido, Si el chalé de más de 600.000 euros comprado por Pablo Iglesias e
Irene Montero ya había generado un fuerte malestar interno en Podemos, el
plebiscito que pretende "legitimarlo" y "socializar" la
decisión con los militantes va camino de "tensionar" aún más al
partido, la decisión de convocar un plebiscito ha sido, con razón, calificada
de irresponsable por muchos dirigentes de la formación.
La regidora del consistorio
de Barcelona, Ada Colau, la ha calificado de "desproporcionada" e Isidro
López, diputado de la formación en la Asamblea de Madrid, ha alertado del
riesgo de "dinamitar" Podemos como organización, ya que se estarían
poniendo los aparatos de legitimación del partido al servicio de "los
caprichos de sus líderes". Es, sin duda, una peligrosa excentricidad abrir
un debate interno sobre la compra del chalé donde vivirán Iglesias y Montero,
ya que con ello se convierte en cómplices a las bases del partido, cuyas
críticas se intentan acallar mediante este plebiscito trampa, que no es sino un
nuevo ejemplo de censura de la libertad de expresión en aras de un leninista
cierre de filas incondicional con la dirección.
Cada vez es más evidente la
ruptura entre los votantes de Podemos y
su dirección nacional, mucho menos plural como producto de unas purgas que han
consolidado el liderazgo de Iglesias, esta consulta podría abrir una nueva
grieta innecesaria. Porque ya son bastantes las corrientes personalistas que
hay en el partido como para abrir una nueva disensión interna en lugar de
efectuar una autocrítica, o en su defecto encajar con cintura democrática los
legítimas reproches de los que han visto con estupor cómo Iglesias ha pasado
sin solución de continuidad de criticar a Luis de Guindos por comprar una
vivienda de 600.000 euros a hacer lo propio. Esta huida hacia delante es,
además, un insulto a los más de cinco millones de votantes que creyeron
sinceramente en su mensaje de regeneración, más bien de degeneración.
juanpardo15@gmail.com
https://blogdejuanpardo.blogspot.com.es/.
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