Pablo Iglesias alertó el
sábado a los cuadros más relevantes de Podemos del riesgo que implica la
desconexión con los segmentos de población, en teoría, más próximos a su
ideario. “Amplios sectores de las clases populares en Cataluña esta vez no se
han identificado con nosotros. Es algo que debemos tener muy en cuenta”,
advirtió el secretario general en el consejo ciudadano estatal, con el foco
puesto en las elecciones municipales y autonómicas de 2019.
El fiasco electoral de la
coalición con los comunes de Ada Colau el 21-D tiene que servir de enseñanza y
de aliciente a Podemos para encarar las citas electorales del año que viene.
Esta es la lectura que Iglesias hizo de 2017, un año “determinante para España
y determinante para Podemos”. Iglesias lo empezó siendo reelegido en la
asamblea ciudadana de Vistalegre 2 en febrero y lo cerró siendo el líder con la
peor imagen de los principales partidos.
Atraer a más de 1,5 millones
votantes
El coordinador federal de
Izquierda Unida, Alberto Garzón, insta a recuperar la confianza de “más de 1,5
millones de personas progresistas” que, según sus cálculos, “están
desmovilizadas”. Para lograrlo, Garzón apremia a Podemos a revisar la relación
que mantienen dentro de la confluencia de Unidos Podemos y cerrar un acuerdo
global antes de Semana Santa en el que IU obtenga mejoras: “Si lo hacemos bien
les podremos atraer. Para eso necesitamos transformaciones en nuestro espacio
político”. Podemos se inclina por pactos “múltiples”.
Pablo Iglesias ha apuntado
que la asamblea ciudadana de Vistalegre 2 aprobó que “decisiones fundamentales”
como las alianzas en las elecciones municipales y autonómicas “las toman los
territorios”. Garzón subrayó en la reunión de la coordinadora federal de IU del
sábado que la confluencia de las candidaturas de unidad popular en las
municipales de 2015 “se construyó desde la incertidumbre y con poco margen”. El
acuerdo a un mes de las generales de 2016 “se hizo de forma precipitada”.
La corrección de los errores
cometidos pasa por liderar la agenda social en las instituciones y por
recuperar la presencia y el relato en la calle de la mano de los movimientos
sociales. La dirección de Podemos entiende que el empeoramiento de los
resultados de las pasadas elecciones catalanas, tras quedar relegados a la
quinta plaza con ocho escaños y perder tres diputados y más de 40.000 votos,
debe servir de acicate en los futuros compromisos electorales. Un resultado
óptimo serviría de estímulo en las generales de 2020. Y viceversa.
“Está bien defender el
referéndum pactado, el diálogo y la fraternidad, pero tenemos que reconocer que
muchos ciudadanos en España han percibido que le estábamos hablando a otras
formaciones políticas. Que estábamos llevando a cabo un ejercicio de debate de
política profesional”, previno Iglesias en su intervención inicial en el
consejo ciudadano estatal. La inquietud del secretario general de Podemos fue
palpable: “[Los ciudadanos] No han sentido que también estuviéramos trabajando
en los problemas del día a día de millones de compatriotas en España y en
Cataluña”. En Podemos destacan que a los recortes sociales, que han implicado
un aumento de la precarización y la pobreza, se añaden “graves recortes de
libertades” con la aplicación de la ley mordaza.
Aprender de 2015
Para revertir la caída
electoral que auguran todas las encuestas, Iglesias apela a recobrar el
espíritu del 15-M, “que tuvo en Podemos una de sus expresiones electorales más
claras”. “Somos hijos del 15-M”, abundó el líder de Podemos. De colectivos como
Juventud sin Futuro, muy activos en el desarrollo del movimiento de los
indignados en 2011, surgieron referentes de Podemos como Ramón Espinar o Rita
Maestre.
La recuperación de Podemos
pasaría por recobrar el pulso con aquellos que no perciben la recuperación que
celebran los datos macroeconómicos. “Se puede seguir hablando de una enorme
crisis social”, afirmó Iglesias este fin de semana. “No hemos sido capaces de
impedir que los temas sociales desaparezcan de la agenda en un país con niveles
de desigualdad, precariedad y pobreza absolutamente escandalosos”, hizo
hincapié varias veces.
La decepción que supuso el
resultado de la coalición de Catalunya Sí Que Es Pot en septiembre de 2015 —en
aquella campaña la dirección de Podemos se volcó, a diferencia de su papel
secundario en la del pasado diciembre— derivó tres meses después en el espíritu
de la “remontada” con la que Podemos se convirtió en la tercera fuerza más
votada en las elecciones generales del 20-D. Los 5,2 millones de votos (20,7%)
dejaron a la formación a poco más de 300.000 de superar al PSOE.
Aquel éxito estuvo precedido
por una experiencia negativa electoral en Cataluña, donde como ahora Podemos no
fue capaz de imponer las cuestiones sociales a la crisis territorial. Un
escenario en el que Iglesias y sus aliados nunca se han visto cómodos, como han
demostrado con los vaivenes en su discurso, incluidos guiños al bloque
independentista como la consideración de presos políticos al exvicepresidente
de la Generalitat, Oriol Junqueras, y los otros dirigentes en prisión como
presuntos autores de los delitos de rebelión, sedición y malversación.
Otra medida para tratar de
superar el desplome demoscópico, en un momento que todas las corrientes
internas coinciden como el más incierto de Podemos en su corta historia —el
miércoles se cumplen cuatro años de la presentación del partido en un teatro de
Lavapiés, en Madrid— es quemarse lo mínimo posible con la crisis en Cataluña.
La manera de conseguirlo es que el relato y el protagonismo en esta cuestión
sean casi exclusivos de la “fuerza hermana” de Catalunya En Comú, según la
define Iglesias.
juanpardo15@gmail.com
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