Me indigna pensar que la de los dedos rotos, un a uno, no es catalana. Toda su familia es de un pueblecito de Almería. ¡Manda huevos¡
La Gran mentira del referéndum,
la de los 5 dedos, es una receta para cocinar
en su restaurante de cocina ecológica. Marta Torrecillas, concejal
de ERC y con varios ingresos hospitalarios por brotes de esquizofrenia. Si, la ha incluido en su menú: pero antes
tendrá que testificar en los juzgados de la ciudad Condal.
Como se puede ver en el vídeo, durante el 1-O, un
policía, la agarró de su mano derecha Y, al momento, con la mano izquierda
vendada.
Marta Torrecillas i Doménech
es un símbolo del 1-O. «Me han roto los dedos uno a uno y me han tocado las
tetas mientras se reían», dijo. Ella estaba en una mesa electoral del Institut
Pau Claris del barrio del Eixample, en Barcelona. Su estremecedor testimonio
alimentó la llama de la indignación. Tuit. Retuit. Foto. Vídeo. Enlace. Pasen y
vean. Los españoles y los medios internacionales. Los unionistas y los
separatistas. La UE y la ONU. Habrá que buscar un mediador internacional. El
atropello a esta mujer lo merece por sí solo. Un programa matinal de la radio
autonómica catalana la presentó como una de las «víctimas clarísimas de la
brutalidad». Ay, pero resulta que Marta, a la sazón concejala de ERC, matizó
todo lo dicho anteriormente. ¿Le rompieron todos los dedos? No. ¿Le fracturaron
alguno? Tampoco. ¿Qué sucedió? Pues que tiene uno inflamado.
La mentira de Torrecillas es
un insulto. Para todos. También para los que se comieron golpes mayores y no
jugaron a exagerarlos. Hay que admitir que ella lo confesó con bastante
naturalidad. Quizás porque sabe que no pasa nada, que vale todo. Hace tiempo
que la verdad es un simple vertido que se cae por el desagüe. El falso drama de
los dedos quebrados con saña ha seguido extendiéndose por las redes, que
permiten el eco de lo que ya pasó, pero también perpetúan lo que no fue. No se
descarta que, en cuanto se recupere, Torrecillas y sus colegas corran a
apostarse detrás de un reportero cualquiera para levantar su maltrecho dedo
corazón y gritar: «¡Prensa española, manipuladora!». Verdaderamente, Marta sí
es un gran símbolo del 1-O.
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