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Por Luz María López
Luz María López |
Son muchos los conceptos, con fundamento o sin estos, que han contribuido a crear una mentalidad que nos divide y que nos clasifica como seres diferentes, no solo biológicamente sino que mental y moralmente también. La religión ha tenido una marcada influencia en la sociedad dictando roles y concediendo la superioridad al género masculino, por ende la inferioridad a la mujer. Dado el hecho de que la religión Judeo-Cristiana se estableció con gran fuerza y número de seguidores, ha sido una poderosa autoridad en las sociedades que la abrazan. La visión de un dios masculino vino a excluir a las mujeres como diosas. Es relevante este señalamiento porque fue precisamente el inicio del androcentrismo en la religión y la sociedad. La teoría teológica Judeo-Cristiana dio origen a dos de los símbolos que guiarían el dominio masculino en el Occidente: un patriarcal dios masculino y una mujer sexual e inferior que tienta al hombre haciéndolo salir del camino correcto (Sanday, 1981, p.215, citado por Bem). La Biblia, la guía moral de millones de fieles, define a la mujer de manera despectiva. El enfoque es en relación al hombre y caracteriza a la mujer de la siguiente manera: como ser diferente e inferior a la normativa universal que el hombre se ve representando, en base a su función doméstica y reproductiva que el hombre se ve liderando, en base a su habilidad para estimular y satisfacer el apetito sexual del hombre y ser a la misma vez una amenaza (Bem, p.3). Es en este libro sagrado, con la historia de Adán y Eva, que se introduce el concepto de la mujer como una tentación sexual y es precisamente a ella que se acerca la serpiente por ser la que adolece de “facultades racionales, auto control, piedad y fortaleza moral” (Phillips, 1984, p.57, citado por Bem). Todas estas ideas están claramente definidas en el relato de la creación del hombre y la mujer. Adán no sólo es creado a imagen y semejaza de un dios perfecto sino que sólo a él se le concede el privilegio de nombrar a todas las criaturas incluyendo a Eva. Detrás de la imagen de un hombre perfecto está la sombra de una mujer imperfecta que no se creó para ser su igual. No sólo es imperfecta sino merecedora del castigo, perspectiva ha gobernado la vida de los hombres y las mujeres desde la “Creación”. Lo irónico es que no ha sido exclusivamente la de los seguidores del Judeo-Cristianismo. Eva está ahí, presente en nuestro mundo, en nuestras vidas, en nuestras religiones. La mitología griega también responsabiliza a la mujer, a Pandora, por dejar salir todos los males de la caja y por dejar adentro lo único de valor, la esperanza. La caja de Pandora equivale a la manzana y esta otra mujer creada por orden de otro poderoso dios (Zeus) cometió la misma falta que Eva, así que “Eva” parece ser universal. Debo acotar que el Corán no hace esa distinción: el sura 33, en su ayat 35, proclama diez veces la igualdad espiritual del hombre y la mujer. Baste recordar que la existencia del alma de la mujer fue objeto de una negación encarnizada por los cristianos, lo que dio lugar a una votación en el Concilio de Trento donde se aprobó que la mujer tuviera alma tan sólo por un voto de diferencia. De este modo, la tradición sagrada occidental ha excluido a la mujer de la perfección. Pienso que es esencial entender la Teoría Judeo-Cristiana porque la religión es la base misma del androcentrismo y de la polarización del género. Estoy de acuerdo con Bem en que ha sido bajo el manto de la moral cristiana que se ha justificado la marginación, el abuso, el empequeñecimiento del género femenino por parte del hombre. La discusión de estos aspectos es relevante si algo se intenta cambiar para beneficio de la humanidad. El filme “Las Hermanas Magdalenas” es impactante precisamente porque nos topamos con estas realidades que, por ser parte de nuestro diario vivir, pasan hasta desapercibidas en su gran mayoría en muchas sociedades. Estas ideas, que prevalecen hoy en día, fueron las causantes del sufrimiento de las mujeres de la Irlanda de esa época, de muchas otras mujeres de otras épocas y mundos. No tengo idea de si algo ha cambiado para el género femenino en ese país pero asumo que no debe ser tanto ya que el convento cerró sus puertas en el año 1996; quizás sólo dejaron de encarcelarlas. En Puerto Rico no llega a ese extremo pero no deja de ser la religión la regla con que se mide la conducta de la mujer. El sello está ahí, listo para ser colocado tan pronto una mujer rompa con la norma de la decencia y del rol asignado por una sociedad que se mide desde el punto de vista del hombre y su iglesia. El androcentrismo no quiere decir otra cosa que “centrado en el hombre”. Bem (Androcentrism, p.3) lo define como el hombre en el centro del universo mirando a la realidad por detrás de sus propios ojos y describiendo lo que ve desde un punto de vista egocéntrico o androcéntrico. De acuerdo a Bem (p.3) la realidad se divide entre dos: “ellos” y los “otros” y los otros por supuesto incluye a las mujeres tanto como a los hombres que se desvían de lo masculino y a las mujeres que se desvían de lo femenino. Especifica Bem que los hombres definen todo en cuanto a cuán similar o disimilar es a ellos y por el significado personal que pueda tener para ellos. Es por esta razón, entre otras, que se ha definido a la mujer en base a su función reproductiva y doméstica en un hogar que es por lo regular dominado por el hombre y en términos de su sexualidad como fuente de satisfacción para el hombre. En fin, el hombre y la experiencia masculina son la norma, la mujer y la experiencia femenina son las desviaciones a esa norma, pero hay desviaciones dentro de esta desviación, las cuales ya mencioné. Marginado es cualquiera que se aparte de la norma. Hay muchos epítetos para los homosexuales y son más marginados que las mujeres precisamente por “comportarse” como una. Lo son también las lesbianas por comportarse como “hombres”, a lo que no tienen ningún derecho aparentemente porque solo los hombres pueden poseer a las mujeres. Las mujeres también rechazan esas “desviaciones”. La sociedad ha sido entrenada para pensar así. El pensamiento androcéntrico prevalece independientemente del género. El androcentrismo está tan arraigado que domina todas las esferas de la vida: la espiritualidad, el hogar, el trabajo, lo social, y demás. El poder del androcentrismo (el hombre como centro del mundo) va más allá de decir quién está en el poder, dice cómo el poder es cultural y psicológicamente reproducido (Bem, p.3); estoy de acuerdo con Bem en este aspecto. Los líderes religiosos del mundo son hombres, los únicos que pueden representar lo supremo en la tierra. Los grandes líderes de los países poderosos son hombres también y si alguna mujer ha sido una líder poderosa se la achaca a tener temple de “hombre”. A nivel más general, si una mujer tiene carácter se le tilda de ser “machúa” y si a un hombre le falta es un “zángano”. Entender esta filosofía de vida creada por el hombre nos ayuda a comprender por qué es que vivimos y actuamos como lo hacemos. Analizarla también es muy necesario si queremos cambiar, si queremos mejorar nuestros mundos, si queremos ganar más respeto entre los géneros. Las otras caras del androcentrismo lo son el dolor, la marginación, la falta de consideración y respeto, la desigualdad. Opino que para contra-atacar el androcentrismo debemos comenzar con el núcleo familiar donde la vara con que se tiende a medir todo es la de papá. El poder de los padres es lo que llamamos patriarcado. Lo defino como llevar el androcentrismo a la unidad familiar, no obstante va más allá del núcleo familiar. Donde sea que haya un grupo, sea lo militar, lo económico, lo tecnológico, el control está en las manos del hombre. Esto es así precisamente porque hasta las teorías biológicas le concedieron superioridad intelectual y física. Educar es necesario. Abrir los ojos, mirar, fomentar, asumir verdaderos cambios sociales, tanto el Estado como las instituciones eclesiásticas, la familia, el individuo. Es hora también que la Iglesia evalúe conceptos y enseñanzas de modo que fomente la igualdad moral porque ya no vivimos en el Siglo 1. Sin dejos de estúpidos y decadentes prejuicios perpetuados ya por seculum secularum.
我覺得每個人的心就像座機場,如你讓自己的心 長滿了無名草,就像機場跑道沒有保養,也會發生危險
ResponderEliminarExcelente, concuerdo con tus conceptos y siento diferente al resto de los hombres en la visión de la mujer, y trato de verlo de esa manera, de enseñarlo de esa manera a mis hijas. Vivimos en un mundo machista donde el rol de la mujer predomina de acuerdo a la Biblia. " una votación en el Concilio de Trento donde se aprobó que la mujer tuviera alma tan sólo por un voto de diferencia." No parece un acto divino. igual a Ti , yo me siento, así el Poeta que vive en mi, ama a la mujer. HERMOSO , QUEDE GRATAMENTE CONMOVIDO
ResponderEliminarMuchas gracias por leer y comentar, sobre todo por sentir que no debe haber tal incongruencia. El poeta que vive en usted, que ama a la mujer, que desea que sus hijas sean valoradas y valoren a la vez, recibe mi inmenso aprecio.
ResponderEliminarY lo penoso es que Jesús superó su época. Sobrevive a todas las manipulaciones de siglos y podemos leer en los evangelios su planteo a los fariseos de que Dios es espíritu y por tanto carece de genero. Incluso al hablar a Jerusalem se compara con una gallina y a sus habitantes como sus pollitos. Pero es pasado por el filtro de una civilización con mucha testosterona.
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