Si Argentina, en octubre, vota en el mismo sentido, la Casa Rosada será mausoleo de Hugo Chávez y cónclave del yihadismo mundial.
Cristina Fernández –CFK- ha
puesto como candidato a las presidenciales de Octubre, a un muñeco que lleva
hasta su mismo apellido, Alberto Fernández. En verdad, la jugada es maestra y
el truco más que brillante, pero los argentinos no querrán volver a la corrupción
y el juego de la dama Kirchner.
En principio, el rotundo éxito
electoral del dúo en las primarias
demuestra, en primer lugar, que este truco funciona: Alberto Fernández no
provoca tanto rechazo como la expresidenta que había llevado a Argentina al
borde de la ruina. Fernández había sido jefe de gabinete de CFK y de su difunto
esposo y predecesor Néstor Kirchner, pero tras su renuncia se había convertido
en un crítico del "kirchnerismo". Aparentemente, esto fue suficiente
para convencer a muchos votantes de que no repetiría los errores del pasado.
La política de austeridad
apenas encuentra apoyo
En segundo lugar, el
resultado de las elecciones muestra que el actual presidente Mauricio Macri,
con su política económica obligatoriamente dura, solo es aceptada por un tercio
de los votantes. Para restablecer la confianza en Argentina, como un socio
económico serio y para reestructurar las finanzas públicas, se necesitan
medidas drásticas: había que recortar subvenciones, pagar las deudas y reducir
el inflado aparato estatal.
Pero las inversiones
extranjeras que se esperaban, solo se vieron escasamente y fueron retiradas
rápidamente como resultado de la nueva política del presidente estadounidense,
Donald Trump. Sin las subvenciones, el agua, la electricidad y el gas se
volvieron más caros y, al mismo tiempo, Macri no logró mantener la inflación
bajo control. Todos los precios subieron, el desempleo creció y también la
pobreza. Finalmente, el presidente Macri se vio obligado a pedir un nuevo
préstamo al Fondo Monetario Internacional, odiado en Argentina, por tradición.
El resultado se vio en las
primarias de este domingo (11.08). Solo el 32% para el equipo Macri, pero el
47% para el dúo Fernández-Fernández. En las elecciones presidenciales del 27 de
octubre este resultado sería suficiente para una victoria. Los recientes éxitos
de Macri, en particular el acuerdo comercial entre la Unión Europea y el
Mercosur, aparentemente no jugaron ningún papel en la decisión electoral.
La tercera lección de los
resultados de las elecciones es, por tanto, una señal preocupante para el
futuro: la mayoría de los votantes ya no tiene paciencia. Esperan un cambio
deseado al instante y no quieren desarrollar una comprensión de los
antecedentes y los procesos complicados. Argentina sigue con ello una tendencia
global. Desde el "brexit" hasta la elección de Donald Trump, pasando
por la elección de Jair Bolsonaro en Brasil y Andrés Manuel López Obrador en
México: las supuestas "soluciones simples" han triunfado a menudo en
los últimos años. Sin embargo, en todos estos países todavía no se han logrado
éxitos sostenibles.
En Argentina, a Macri le va
a resultar muy difícil recuperar el terreno perdido hasta las elecciones
presidenciales, especialmente porque el resultado de las elecciones primarias
ya ha causado incertidumbre y pérdidas en los mercados. La situación económica
seguirá deteriorándose, y con ello, también las posibilidades de Macri, que se
encuentra en un círculo vicioso.
¿Volverán a cometer el mismo pecado electoral los argentinos.
Si el dúo
Fernández & Fernández gana las elecciones de octubre, la agonizante lucha de
Argentina por el progreso económico podría convertirse en una espiral
descendente para todo el país. A menos que Alberto Fernández sea capaz de
contener a Cristina Fernández. Pero eso significaría la continuación de la
política de Macri y no la solución fácil y rápida que esperan los votantes.
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