Aunque con motivos más que
suficientes, seamos reacios a creer todas y cada una de las palabras de Pedro
Sánchez, una simple marioneta en manos de Pablo Iglesias. Este su quinto plan
de ordenamiento para la desescalada –término tan incomprendido como no
merecido- parece ser que será el definitivo. Pero no por motivos sanitarios
cuya mortandad sigue y persigue, sino porque destruir más el tejido empresarial
es sumamente peligroso hasta para la supervivencia –de vida- de este pacto de
mamotretos sin abuela.
Articulo de sumo interés:
La mayor epidemia del siglo XX. Gripe de 1918, “LA OTRA gran epidemia que NO nos tomamos en serio”
Parece que ya tenemos un
esbozo de plan para ir abandonando la reclusión a la que nos hemos sometido
desde hace mes y medio ya. Evidentemente el Gobierno anuncia este calendario
aproximado de desescalada, palabra horrible donde las haya, presionado por múltiples
factores, el mayor de los cuales es la perspectiva de hundimiento económico del
país si el confinamiento y la paralización de las actividades empresariales se
prolongara aún más de lo que ya se ha producido. Eso es entendible por supuesto
y merecedor de todo el apoyo posible, pero mentiría si no añadiera que estas
imprescindibles medidas de progresiva liberalización del confinamiento me
parece que entrañan un enorme riesgo.
El 5 de marzo de 1946 Winston Churchill
pronunció un discurso en el Westminster College de Fulton (Missouri) uno de sus
discursos más famosos, después de la 2ª Guerra Mundial que, entre otras cosas
decía: “La guerra fría impregnó todas
las relaciones internacionales y fomentó una situación en la que era muy
complicada la neutralidad”. A continuación dejo claro EL Plan Marshall, pero
que para bien o para mal él haría su justo reparto. El dinero no se destruye,
lo siguen teniendo los mismos y tanto le pesa al rico como lo necesita el
pobre. Si el rico quiere garantías, el pobre debe ofrecer el resultante de su
espíritu de trabajo.
Con toda Europa plagada de
miseria, hambruna y crimen organizado. Los obreros, los trabajadores se
pusieron manos a la obra y el capitalista capacitó de dinero a empresas y a
jóvenes emprendedores, siempre con control y vigilancia. De España emigraron millones
de personas en busca de trabajo que reportara bienestar a sus familias, muchos,
muchos de ellos, hoy, son empresarios en diferentes países europeos.
En cambio, En España no es
igual ni parecido. PRIMERO. “La UE no va a dar ni un solo euro sino se cede el
control y vigilancia al ente europeo. SEGUNDO: “Es vergonzoso que con más de 6
millones de parados, hoy, hayan tenido que reclamar varias comunidades personal
para la recogida de frutas y hortalizas, la respuesta del Gobierno ha sido
NO. ¿Es esclavitud ganar 64 euros -8
horas diarias-sin pagar ni luz, ni agua ni alquiler ni comida? ¿Esclavos? Mi tío me dice que el fue a
Alemania y tenía que trabajar 10 horas incluidos sábados. Hoy tiene tres hijos
uno abogado y dos médicas, además, cada uno tiene su casa producto de la
laboriosidad de su padre.
Esta ayuda que promete Pedro
Sánchez y que hace más mal que bien de 426 euros que ya estaba en tiempos de
Zapatero y fue el fracaso de la generación NINI.
Volviendo al principio tengo
presente lo que ha sucedido en Japón o en Singapur, tan alabados inicialmente
por el éxito en su combate contra el virus y que se han visto forzados a echar
marcha atrás porque la pandemia ha vuelto a hacerse presente entre sus
poblaciones, pero ya tenían un protocolo establecido. Quiero decir que mientras
estamos confinados en nuestras casas, nos mantenemos relativamente a salvo pero
en cuanto abramos la puerta y volvamos a las calles empezaremos a caminar por
encima de un alambre. Y, sin embargo, es imprescindible que lo hagamos porque
de otro modo el desastre económico y social que ya se vislumbra se hará aún más
dramático de lo que va a ser aun cuando la actividad se reanude.
Estos son mis miedos y
prevenciones. Y luego está la cuestión política. Una vez más el presidente ha
vuelto a pedir a todas las fuerzas políticas que arrimen el hombro para
combatir la crisis económica, laboral y social que se nos viene encima. Y tiene
razón en pedirlo pero la realidad es que no hace nada por hacer que eso sea posible.
No puede o no debe tomar decisiones, una tras otra, como lo sigue haciendo, sin
compartirlas por pura cortesía, pero también por puro interés, con aquellos
cuyo respaldo reclama que no es otro que el Partido Popular.
Lo que pretende es imponer es, no compartir,
no consensuar. La actitud de Pedro Sánchez sugiere que lo que busca es forzar a
los partidos de la oposición, notablemente al PP, a verse obligado a respaldar
lo que el presidente ya ha decidido y anunciado públicamente, so pena de ser
acusado de insolidario e indiferente ante el sufrimiento de una sociedad
angustiada. Es la imposición del acuerdo y, en consecuencia, no es un acuerdo
sino efectivamente una imposición que nunca conseguirá
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