VOX patrocinado por la corrupción del sanchismo, dará la campanada para el más que posible adelanto electoral.
Cuando el diputado de la Chunta Aragonesista adscrito a Sumar, Jorge Pueyo, pinchó el globo de la legislatura el pasado martes afirmando que si Pedro Sánchez no aprueba los Presupuestos, «debe convocar elecciones», no hizo más que repetir una convicción que, en privado, suscribe la mayoría en el PSOE. La consigna oficial de Moncloa es que «de esto no se habla» y es obligado proyectar la ficción de que existe alguna posibilidad de sacar adelante las cuentas públicas. Pero no es real. Como tampoco lo es que exista una interlocución con los socios del Ejecutivo en un contexto en que la llave de la gobernabilidad, que tiene Carles Puigdemont, no permitió a sus interlocutores, José Luis Rodríguez Zapatero y Salvador Illa, «ni siquiera hablar» de las cuentas públicas en sus últimos encuentros. Por ello, el Ejecutivo ha empezado a proyectar escenarios. Y uno de ellos es el electoral.
Como desveló THE OBJECTIVE hace una semana, la única maniobra capaz de frenar lo que viene en el terreno judicial, cuya pieza de caza mayor es la imputación del PSOE por financiación ilegal, sería la disolución de las Cortes, que abriría paso al periodo electoral en el cual se paralizan las causas judiciales. Una muestra de ello fue el retraso en las actuaciones policiales sobre los investigados del caso Koldo, previstas inicialmente para el 28 de junio de 2023, y postergadas hasta el mes de septiembre tras la convocatoria electoral del 23-J. Las fuentes gubernamentales consultadas por este periódico sostienen que en Moncloa y en el PSOE ya han empezado a hacer proyecciones de voto, y los resultados han despertado el ánimo electoral a más de uno.
Lo que ha insuflado moral a los estrategas gubernamentales no es el resultado del PSOE, sino el de Vox, que se sitúa por primera vez en el 20% de intención de voto en la mesa demoscópica de Moncloa. Un dato relevante en la medida que puede tener consecuencias en la duración de la legislatura. Las fuentes gubernamentales y socialistas consultadas aseguran que «la comidilla en el Gobierno es que habrá elecciones en meses» si Vox se consolida en el 20% de proyección de voto y confirma su tendencia alcista. Un dato que aparecía este lunes en la encuesta realizada por Opina360, casa de sondeos que firma el anterior gurú de Pedro Sánchez, Iván Redondo, y que Moncloa y Ferraz hicieron circular con júbilo entre sus cuadros.
La subida de Vox «beneficiaría al PSOE»
Sin embargo, los expertos en demoscopia del PSOE cogen con pinzas sus resultados e incluso califican de «excesivo» el 30,4% para el PSOE frente al 27,4% del PP. Según sus cálculos, el PSOE «baila» entre la primera y la segunda posición, aunque en la mayoría de muestras el PP se sitúa en cabeza con una cierta ventaja. Es casi un empate técnico, habida cuenta de que la distancia entre ambos se sitúa en el margen de error de la encuesta (más/menos 2%). Pero lo importante en demoscopia no es el dato, sino la tendencia. PSOE y Vox suben, se retroalimentan, y el PP, baja. Los de Alberto Núñez Feijóo siguen en cabeza, pero acusando un desgaste progresivo –he aquí la buena noticia para el PSOE– derivado de su «incapacidad de marcar la agenda política» y «forzado a ir a rebufo del Gobierno y de Vox».
El sondeo de Iván Redondo se enmarca más en la estrategia del CIS de José Félix Tezanos de cambiar la realidad en lugar de describirla, pero sí tiene elementos tangibles y concretos en relación con el que, en estos momentos, despierta una importancia capital en el Ejecutivo. No solo en la medida en que la subida de los de Santiago Abascal frenaría el crecimiento potencial del PP permitiendo un vuelco en la primera fuerza, sino porque, además, «beneficiaría al PSOE» en las pequeñas y medianas provincias en relación al reparto de escaños.
Según los estrategas monclovitas, se podría dar la paradoja de que un incremento en la intención de voto de Vox en las circunscripciones de cinco escaños, en detrimento del PP, le diera un escaño más al PSOE, perjudicando al bloque de ‘las derechas’: la famosa teoría de los restos, que en 2016 perjudicó al PSOE por la división del voto de la izquierda y un reparto muy igualado entre el resultado de PSOE y Podemos, que dejó un sorpasso técnico de los morados y el mayor fracaso histórico del PSOE en las urnas: 88 escaños.
La «última mano» de Pedro Sánchez
No obstante, las proyecciones de voto todavía son terreno poco firme para Moncloa. La tendencia genera optimismo, pero son conscientes de que el repunte del voto socialista por el «genocidio» en Gaza ha sido un espejismo que se ha volatilizado antes de cristalizar.
Queda esperar a que se consolide la tendencia de Vox que se observa «desde hace meses». Si se confirma, en el Gobierno y en el partido miran a la primavera de 2026, concretamente el mes de marzo, para la llamada a las urnas. Algunos hablan expresamente de que «Pedro convocará en seis meses»; otros auguran que será antes, a finales de año, «en cuanto fracasen los Presupuestos». Se trata de un pronóstico que Moncloa descarta cada vez menos y se escucha cada vez más en Ferraz. Como siempre, solo Sánchez sabe cuáles son sus cartas y cuál será su apuesta.
Aunque sus hábitos también consolidan tendencia: ninguna de sus legislaturas ha llegado a término. Y especialmente relevante es la primera, cuando uno de sus socios (ERC) tumbó los Presupuestos en febrero del 2019 y el Gobierno convocó elecciones para el mes de abril, en primavera. El Gobierno no cumplió los plazos y presentó las cuentas públicas fuera de plazo (enero 2019) tras prorrogar los del año anterior. Mientras la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, sigue retrasando el horizonte de su presentación, que en Moncloa fijan en torno al mes de noviembre, suben las apuestas por un adelanto electoral tras el fracaso presupuestario. Sobre todo teniendo en cuenta que Sánchez tiene que aprovechar su última mano y la marca de la casa: hacer de la necesidad virtud.
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