A Pedro Sánchez, la marioneta de Carles Puigdemont, se le complica "EL PODER"

 Sánchez confirma que se reunirá más de una vez con Puigdemont y Junqueras  tras aprobar la ley de amnistía

Con solo siete escaños, un prófugo de la Justicia, acusado de perpetrar un golpe de Estado, juega desde Waterloo con el presidente del Gobierno. En pleno delirio político, Carlos Puigdemont ha conseguido suspender un Consejo de Ministros, aplazarlo unas horas y manejarlo después. No se puede pedir mayor alarde, máxime si tenemos en cuenta que el señor Puigdemont es un presunto delincuente perseguido por la Justicia española.

A Pedro Sánchez le acosan seis partidos políticos: Podemos, Sumar, Bildu, PNV, Junts y ERC. Cada uno de ellos dispone de diputados suficientes para hacer prosperar una moción de censura que desmonte al presidente de su cabalgadura monclovita. A Pedro Sánchez no le queda más remedio que atender a los seis, aparte de mantener con el BNG suaves palabras. A Sumar, alianza de quince partidos de extrema izquierda y de izquierda, lo tiene en el Gobierno y le ha otorgado una vicepresidencia y varios ministerios de relieve. A Bildu le ha concedido la alcaldía de Pamplona, el acercamiento de presos etarras y suculentas prebendas económicas. Al PNV, le mantiene en el poder en el País Vasco y le embadurna de dinero y otras concesiones. A ERC le ensalza por todo lo alto tanto en Cataluña con Salvador Illa como en Madrid.

Y ante Junts ha caído genuflexo para hacer cuanto le pida el prófugo golpista Carlos Puigdemont, que abusa una semana sí y otra también y que ha llegado efectivamente a manejar al propio Consejo de Ministros.

Negar a Pedro Sánchez habilidad política sería cometer una grave injusticia. El líder socialista hace encaje de bolillos para que las relaciones con los seis partidos de los que depende funcionen adecuadamente. Y lo está consiguiendo, si bien comprometiendo en algunas ocasiones el bien común y la dignidad de España. Puigdemont se frota las manos. Sabe que el Tribunal Constitucional terminará por respaldar la amnistía que le concedió Sánchez y que el Tribunal Supremo rechazó. Y cubiletea con el líder socialista, como el gato con el ratón, comprometiendo cada uno de los proyectos de ley o decretos que el presidente auspicia.

Todos los políticos, por cierto, también la opinión pública, conocen la situación, pero, entre las debilidades de algunos, las torpezas de otros y los juegos malabares de Carlos Puigdemont, España permanece ingobernada y con Pedro Sánchez, socialdemócrata en Europa, frentepopulista en España, dispuesto a arribar al puerto de las elecciones generales, pero en 2027. Y veremos qué ocurre entonces.

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