El que un partido de centro derecha reste votos a otro de izquierda radical es inédito tanto en lo virtual como en lo real. El pacto PSOE, Podemos y nacionalistas. Solo mantiene vivos a los nacionalistas que incluso ganan unas décimas, pero pierden dos diputados. De estos datos tienen conocimiento la ejecutiva y los barones socialistas como que todo es posible y en política con mayor posibilidad, algunos "barones socialistas" van a pedir libertad de voto en las propuestas de Podemos y nacionalistas, lo que supondría....elecciones para Diciembre. Por tanto chaparían la idea a los independentistas catalanes de convocar elecciones en pleno proceso judicial de sus "presos políticos" -anarquía a la catalana. ¿Por qué apoyan los nacionalistas al PSOE? sencillamente, porque con los socialistas tienen alguna esperanza de manipulación política, a la hora de que los jueces interpreten las leyes.
Blog de Juan Pardo utiliza sus propios medios
para realizar un sondeo fiable que muestra en su gráfico.
El compromiso del Centro de Investigaciones
Sociológicas con la producción de encuestas de máxima calidad se ve claramente
reflejado en una investigación en la que la institución se embarcó hace pocos
años. El estudio se llama ‘la percepción social de las encuestas’, es decir,
que piensan los ciudadanos de los estudios demoscópicos. Se trata, por tanto,
de una investigación que podría ser calificada, cuando menos, de masoquista.
Algunos de los resultados son, como cabía
esperar, catastróficos para los sociólogos. Lo es, por ejemplo, el hecho de que
un 58% diga que no confía en las encuestas.
El estudio también contiene elementos esperanzadores
para todos los que nos dedicamos a este oficio: el 85% cree que los
entrevistados responden con sinceridad, aunque también se reconoce que se es
menos sincero cuando se habla de sexo o de política.
En conjunto, y pese a las sospechas que despiertan,
las encuestas logran el aprobado en cuanto a su utilidad, eso sí, un aprobado
raspado. Pero es alentador descubrir que los ciudadanos creen que las encuestas
sirven para que los poderes públicos conozcan los problemas de la gente o para
que personas normales y corrientes digan realmente lo que piensan.
Seis tesis de Belén Barreiro, Presidenta del
CIS, sobre las encuestas demoscópicas. Y espero convencerles de que los sondeos
de opinión, casi siempre tienen más virtudes que defectos.
Primera tesis.- Los ciudadanos saben poco
pero, generalmente, saben lo que quieren. La experiencia cotidiana permite a los
ciudadanos contestar con facilidad a cualquier cuestión relacionada con el día
a día de sus vidas. La práctica totalidad de la ciudadanía da una respuesta
cuando se le pregunta por el grado de importancia que tienen en sus vidas la
familia, los amigos o el trabajo.
Sin embargo, a la hora de hablar de política,
llama la atención que son muchas las personas que saben realmente poco sobre
aspectos concretos de la misma. Hay un desconocimiento serio de las
instituciones, las reglas y los protagonistas de la política.
Pero no nos dejemos engañar: la ignorancia
sobre cuestiones concretas de la vida política no impide que los ciudadanos tengan
muy claro qué es lo que quieren y hacia dónde quiere ir.
Ilustremos esto con algunos ejemplos.
Tras las elecciones españoles de 2000, el 64%
no sabía quién era el cabeza de lista del partido por el que votó en su
provincia; hoy por hoy, el 55% no sabe quién es el líder de IU; el 75%
desconoce al Presidente del Senado; y el 42% ignora qué es el Fondo Monetario
Internacional.
A pesar de que la mayoría de los ciudadanos
suspendería un examen sobre conocimiento político, llama la atención la
sabiduría ante asuntos a veces bastante
Únicamente el 8% de los entrevistados no sabe
posicionarse cuando se le pregunta si prefiere que se mejoren los servicios
públicos aunque haya que pagar más impuestos o si, por el contrario, es
preferible pagar menos impuestos aunque haya que reducir los servicios públicos.
Igualmente, aquellos que no saben qué pensar cuando se les pregunta si la
parejas entre personas del mismo sexo deben poder adoptar niños constituyen
solamente el 7%, el mismo porcentaje de los que no saben decir cuál es el modelo
de organización territorial del Estado que prefieren para España.
La ignorancia
sobre los detalles de la vida política, ya se refieran a los nombres de sus protagonistas
o de algunas instituciones, no impide que los ciudadanos tengan, en términos
generales, ideas bastante claras sobre el modelo de sociedad en el que quieren vivir.
Segunda tesis.- La ignorancia de muchos no
invalida la sabiduría del conjunto. Las encuestas muestran que, en ocasiones,
son bastantes los ciudadanos que dan respuestas erróneas. Por ejemplo, en la
encuesta postelectoral de 2008 del CIS, se preguntaba a la muestra de españoles
por el año de aprobación de la Constitución. La mitad de los más de 6000
entrevistados no respondieron. De la otra mitad, 15 personas respondieron que
la aprobación fue en 1812. Otro dijo que en 1776. Un 25% de quienes respondieron
sitúan la fecha antes de 1978. También hay gente que lo sitúa después: 33 personas
dijeron que el año correcto era 1982, y 1 llegó a decir que en 2004.
Mucha gente desconfía de la opinión pública
por este tipo de anomalías. Pero lo que hay que recordar es que lo que importa,
en términos generales, no son las desviaciones llamativas, sino los puntos
centrales que resultan de agregar todas las opiniones. Resulta así que la mediana
y moda de esta variable coinciden con el valor verdadero, 1978; la media, que
es muy sensible a los valores extremos, queda algo por debajo, en 1976,5.
Por tanto, aunque haya muchos españoles con
escasos conocimientos, al final, cuando se agregan todas las opiniones y se
resumen en un estadístico, la respuesta suele ser la correcta.
El milagro de la opinión pública, tal y como
se mide en las encuestas, consiste en que a pesar de todos los errores
individuales, la opinión global, agregada, tiende a ser razonable. El mecanismo
que hace posible este resultado tan asombroso es la cancelación de los errores.
Mientras los errores de juicio se distribuyan con normalidad a ambos lados del
parámetro verdadero, los estadísticos centrales que se calculan en la encuesta
reflejan bien la realidad.
Tercera tesis.- Los ciudadanos no son
caprichosos: son las circunstancias cambiantes las que les provocan cambios de
humor. La opinión pública, como opinión agregada, es, a lo largo del tiempo,
estable y coherente. Por supuesto, a corto plazo la opinión pública se mueve,
pero a medio y largo plazo, las tendencias generales, agregadas, no son
volátiles ni caprichosas.
La estabilidad de las opiniones ciudadanas
constituye una prueba de ‘sensatez’ de la opinión pública, vista como un todo.
De hecho, los cambios en la opinión pública, especialmente si son más bruscos,
se suelen producir cuando tienen lugar nuevos acontecimientos o cuando los
ciudadanos consiguen nueva información, que les hace revisar sus opiniones
pasadas.
Cuarta tesis.- Las respuestas incorrectas a
veces nos informan del estado de ánimo de la ciudadanía. El público no siempre
es infalible. En ocasiones, los ciudadanos fallan en sus percepciones, por
razones que en cada caso conviene explicar. Los estudios sobre inmigración
realizados por el CIS ponen de manifiesto que los españoles perciben que en
nuestro país viven más inmigrantes de los que realmente lo hacen. En concreto,
los encuestados creen que hay más del doble de extranjeros de los que en
realidad hay. Esta desviación entre ‘percepción’ y realidad’ en el ámbito de la
inmigración es sistemática en todas las encuestas de los últimos años. En este
caso son los ciudadanos los que se equivocan: el reto para el científico social
es tratar de explicar el error de percepción. Algunos sociólogos señalan que se
debe al rápido e intenso crecimiento que ha tenido la inmigración en España que,
al multiplicarse por 7 en tan sólo 10 años, habría desencadenado la competición
por los recursos públicos, siempre limitados.
Quinta tesis.- Las mentiras o la ocultación de
la verdad son, en sí mismas, señales.
Los Informes de la Unidad de Campo del CIS
ponen de manifiesto que el voto a los partidos es sistemáticamente la pregunta
que más incomoda a los entrevistados, superada únicamente por la revelación de
su número de teléfono y de sus ingresos. Cuando los ciudadanos contestan qué
votaron en las últimas elecciones, algunos mienten y otros ocultan la verdad.
Este fenómeno no es exclusivo ni de las encuestas del CIS, ni de este período,
ni tampoco de nuestra democracia.
Las encuestas políticas reflejan dos tipos de
sesgos. Por un lado, un sesgo favorable a los partidos en el gobierno, que
suelen obtener porcentajes de voto más altos en las encuestas que en las urnas.
Curiosamente, este sesgo tiende a desaparecer al final de los mandatos. Cuando
los partidos en el gobierno sufren desgaste, los ciudadanos recuerdan en menor
medida haberles votado.
Por otro lado, dependiendo del país y de las
circunstancias históricas, existen sesgos diferenciales favorables o
desfavorables a partidos concretos. Los ciudadanos declaran votar en mayor
medida a los partidos progresistas que a los partidos conservadores.
¿Cómo cabe interpretar la ocultación del
voto? ¿Qué nos están diciendo los ciudadanos cuando no nos dicen la verdad? El
recuerdo de voto es, sin duda, una señal de la reputación que gozan los
partidos y sus ideologías. En España, cuando gobierna el Partido Popular, el
voto declarado al PSOE es igual o incluso inferior al voto real, mientras que
el voto recordado al PP puede llegar incluso a situarse por encima del obtenido
en los comicios. En términos generales, los ciudadanos tienen menos reparo en declarar
el voto a la izquierda que a la derecha, pero sobre todo es la fortaleza de los
partidos en cada momento histórico lo que realmente conduce a que el voto
pasado aflore.
Sexta tesis.- La fiabilidad de una encuesta
depende de su grado de estandarización. En estandarización, las encuestas del
CIS puntúan alto. Cuando se aplican cuestionarios estructurados que siguen
procedimientos similares, las variaciones en las respuestas pueden ser
interpretadas como diferencias en los estados de ánimo de la ciudadanía, que
reacciona a la evolución de la coyuntura. El CIS realiza barómetros mensuales
desde 1979. Desde hace 31 años, se mide la opinión de los ciudadanos con
respecto a cuestiones como la situación política y económica del país, los
problemas que se perciben como fundamentales, o la intención de voto a los
partidos políticos.
Las series temporales, es decir, las
preguntas que guardan un formato similar a lo largo del tiempo, permiten afinar
la interpretación de los datos que se recogen hoy en día.
Gracias a la acumulación de las series
temporales almacenadas en el banco de datos del CIS, podemos poner en perspectiva las
opiniones contemporáneas. Así, pese a las dificultades económicas que estamos
viviendo, sabemos que para los ciudadanos hubo tiempos peores. Si en el último
barómetro, el 76% calificaba la situación económica de mala y muy mala, el peor
dato de la serie histórica es el de noviembre de 1993, cuando el porcentaje de
evaluaciones negativas alcanzó el 81%.
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