Con sanchistas, trileros, rufianes y holgazanes; España va a la deriva...

Así amnistió el PSOE a los golpistas de ERC en 1936: ¿cederá Sánchez como  lo hizo Lerroux?


Como siempre, el prófugo golpista Carlos Puigdemont ha hecho lo que más le conviene a él, no a Cataluña y, por supuesto, no a España. Es un habilísimo trilero que juega con la opinión pública y con la endeblez de algunos medios de comunicación, sobre todo audiovisuales. Hay tertulianos sagaces que saben lo que dicen y hay tertulianos menores que hablan de todo sin saber de casi nada. Ante la hemorragia de votos que, según las encuestas, sufre Junts, Puigdemont ha instrumentado un aspaviento político que en apariencia perjudica a Pedro Sánchez, pero que deja las cosas más o menos donde están.

Pedro Sánchez lo sabe. Y también cree que la mayor parte de las cosas se arreglan con dinero y concesiones. Cederá en todo lo que sea necesario y pagará lo que le pidan para mantener a Junts enredado en sus maniobras. Claro que algún día las cosas le pueden explosionar entre las manos. Pero frente a los que pronosticaron que no permanecería ni seis meses en el poder, él sigue sentado cómodamente en su poltrona monclovita.

Alberto Núñez Feijóo asiste aparentemente inmóvil ante los acontecimientos. La verdad es que podría moverse y colocar al prófugo golpista en una situación incómoda ante sus partidarios. Bastaría con que alguno de los colaboradores de relieve en Génova abordara a los diputados de Junts para proponerles una moción de censura con un sindicalista de prestigio como presidente del Gobierno, Nicolás Redondo Terreros, por ejemplo; o un juez al que todos pudieran aceptar. Quedaría entonces claro que si Puigdemont no colabora es porque su última declaración no pasa de ser una finta más para extraer de Pedro Sánchez nuevas concesiones o tal vez dinero contante y sonante. Isabel San Sebastián, siempre tan sagaz, ha resumido la nueva situación: “Entre tahúres anda el juego”.

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