YOLANDA DÍAZ ISCARIOTE, EN LA ENCRUCIJADA

Pablo Iglesias pasó de una manifestación callejera a cosechar más de 5 millones de votos y 69 congresistas. Se convirtió después en vicepresidente del Gobierno e impulsó la unidad de la política a la izquierda del PSOE con Sumar. Mantuvo siempre la independencia en el Gobierno de coalición y consiguió imponer al PSOE sanchista muchas de las iniciativas tomadas desde la izquierda radical. Cuando las encuestas daban a Podemos cero escaños frente a los siete de los que disponía en la Asamblea de Madrid, decidió desembarcar y la realidad es que consiguió diez, aunque Gabilondo resultara derrotado por Isabel Díaz Ayuso.
Pablo Iglesias, que había creado a Yolanda Díaz, la designó al frente de Sumar, pero su sucesora, en lugar de mantener la independencia frente a Pedro Sánchez, se entregó al líder sanchista con perfumes y bagajes, traicionando a Pablo Iglesias. Alguien la llamó certeramente Yolanda Díaz Iscariote. La pobrecilla creyó que engrandecería a Sumar con su presidencia y el resultado ha sido lo contrario. Sumar se ha resquebrajado y no representa nada o muy poco ni en el Gobierno ni ante la opinión pública. Yolanda Díaz Iscariote ha dado personalmente bastantes pasos a un lado. No es suficiente. Si la izquierda radical pretende unirse de nuevo, Yolanda Díaz Iscariote debe dimitir e irse a su casa como una militante más. La traición a Pablo Iglesias ha sido la más rotunda que se ha producido a lo largo de la democracia española. Yolanda no puede continuar, salvo que Pablo Iglesias la perdone.
Sin Podemos, Sumar tiene cerrados los horizontes electorales y se puede descomponer. Con Podemos, tal vez se restaure en parte el antiguo poder de la izquierda radical. Las espadas están en alto. Ione Belarra sabe muy bien lo que tiene que hacer: mantener la independencia de su partido y la ideología que le hizo triunfar. Yolanda Díaz también sabe lo que tiene que hacer: marcharse. Pero por el momento no parece dispuesta a asumir las consecuencias de su fracaso político.
Luis María ANSON de la Real Academia Española |
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