Hace 50 años, un sangriento golpe de Estado acabó con la democracia en Chile
Augusto Pinochet lideró el violento derrocamiento del gobierno socialista de Salvador Allende, y estuvo en el poder casi 17 años. A continuación, una selección de fotografías del golpe militar y sus consecuencias.
Este lunes 11 de septiembre, hace 50 años, un violento golpe de Estado acabó con una de las democracias más estables de América Latina, puso fin de manera abrupta a la tradición de las fuerzas militares chilenas de no involucrarse en la política y marcó el comienzo de una dictadura despiadada de 17 años.
A medida que la economía se salía de control y la polarización política alimentaba una violencia cada vez mayor, empresarios, políticos conservadores, profesionales y algunos grupos de comercio presionaron para que se realizara una intervención militar.La conspiración civil y militar para derrocar el gobierno de Allende, con la ayuda del financiamiento y las operaciones encubiertas de la CIA para desestabilizar el país, culminó en un sangriento golpe de Estado, del tipo del que los chilenos, a diferencia de otros países latinoamericanos, nunca habían experimentado.
Décadas después, la izquierda y la derecha siguen culpándose mutuamente por el colapso de la democracia. Lejos de las promesas de “¡nunca más!” pronunciadas por algunos líderes militares, algunos desde la derecha justifican el golpe y le restan importancia a las violaciones de derechos humanos que le siguieron. Este mes, líderes de la oposición de derecha se negaron a firmar un compromiso con la democracia organizado por el gobierno y rechazaron participar en los eventos oficiales del aniversario.
El 11 de septiembre de 1973, Allende se negó a abandonar el palacio presidencial, a pesar de las amenazas de la fuerza aérea de que lo bombardearía si no se rendía. Las fuerzas armadas y la policía ya tenían el control del centro de Santiago, la capital. La marina había puesto en marcha el golpe de Estado temprano esa mañana en el puerto costero de Valparaíso, mientras que la fuerza aérea soltó misiles sobre un puñado de estaciones de radio de izquierda en Santiago.
Ya para el mediodía se había bombardeado al Palacio de La Moneda, y el fuego resultante se propagó rápidamente por sus pisos, techos y vigas de madera.
Posteriormente, cientos de funcionarios gubernamentales, líderes políticos y militantes de izquierda locales fueron enviados a la Isla Dawson, un lugar remoto en el estrecho de Magallanes, donde fueron sometidos a trabajos forzados y torturas.
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