Idoia López Riaño, última etarra en asesinar. la
exmiembro de ETA conocida por su apodo policial, ‘La Tigresa’, saldrá en
libertad el próximo Marte, día 13 de junio, fecha en la que la Justicia
considera que quedará extinguida definitivamente su condena a prisión tras la
aplicación de los descuentos que marca la Ley y teniendo en cuenta su buen
comportamiento. Ingresada en la actualidad en la prisión alavesa de Zaballa,
esta antigua terrorista habrá cumplido 23 años de condena, uno por cada uno de
los asesinatos de los que fue acusada.
López Riaño está implicada
en 23 asesinatos cometidos por la banda terrorista desde principios de los
ochenta hasta su detención en 1994.
'La Tigresa' ha recibido
varias sentencias condenatorias, entre ellas una de 1.572 años de prisión por
el atentado perpetrado en 1986 por el 'comando Madrid' de ETA en la plaza de la
República Dominicana en la capital de España, en el que murieron 12 guardias
civiles.
Idoia López Riaño ha seguido
una trayectoria nada habitual entre los miembros de la banda. Fue el icono de
la violencia más indiscriminada de ETA en los años 80 pero tras su arresto en
1994 comenzó a demostrar cierta disidencia. A partir de 2010 se acogió a las
vías de reinserción y acabó mostrando su arrepentimiento y pidiendo perdón a
las víctimas. En los últimos años ha cumplido condena en Zaballa, cárcel donde
se ha encarcelado a los militantes desvinculados de la banda.
Estos antiguos etarras,
entre los que se encuentran por ejemplo Urrusolo Sistiaga o el exjefe de la
banda José Luis Álvarez Santacristina, han evidenciado en los últimos meses la
paradoja que supone que ahora la banda y la propia izquierda abertzale permitan
a los presos acogerse a beneficios penitenciarios, cuando a ellos dar ese paso
les supuso el repudio y el ostracismo. En este sentido, los presos de la banda
que siguen la línea oficial ven ahora como los activistas que eligieron la
denominada ‘vía Nanclares’ -en la que se apostaba por la reinserción tras
romper con ETA- abandonan la prisión de forma paulatina antes que ellos. La
banda ya había escrito en sus documentos que cualquier negociación debía
incluir una cláusula que dejase claro que los presos de la vía ‘Nanclares’
debían ser los últimos en salir a la calle. El fin de ETA sin contrapartidas ha
salvado a estos reclusos del castigo que querían imponerles sus excompañeros.
López Riaño, de 53 años y
vecina de la localidad guipuzcoana de Rentería, es hija de una familia de
emigrantes salmantinos que fue captada por el nacionalismo radical cuanto era
todavía una adolescente. Se incorporó a la banda con veinte años y, con el
apodo de ‘Margarita’, llegó hasta el ‘comando Madrid’. Ella y sus compañeros cometieron
atentados salvajes como los dos ataques indiscriminados con coches bomba contra
autobuses de la Guardia Civil en los que fallecieron 21 personas. En esa época
se tejió a su alrededor una fama de ‘viuda negra’ que seducía a policías para
sonsacarles información. Ella ha rechazado esta versión pero lo cierto es que
cuando fue juzgada en Francia se burló en público de su encubridor después de
que confesase ante el juez que había actuado por amor.
Fue detenida en 1994 y en
2002 todavía justificaba la violencia. Tardaría otros ocho años en cambiar su
punto de vista sobre el terrorismo. En la cárcel, una vez iniciado su periplo
hacia la reinserción, se especializó en el cuidado de perros como terapia.
Atendió a presos con enfermedades terminales e intentó que le sirviera para
redimir condena el haber participado en cursos de tai chi o valenciano, algo
que fue rechazado por los jueces. En 2014 consiguió un permiso especial para
sacarse el carné de conducir, lo que la situó bajo los focos mediáticos.
Idoia López Riaño, según
personas que le conocen, tiene en estos momentos un gran miedo escénico y teme
que la imagen de violencia que le rodea le impida adaptarse a la vida en la
calle por el rechazo social que genera su pasado. En este sentido, aunque su
salida está prevista para el 13 de junio, Idoia López Riaño tiene pendientes
varios permisos de los que todavía no ha disfrutado. La exetarra podría
solicitarlos ahora e intentar abandonar la cárcel de forma definitiva antes de
su fecha oficial de salida. Con ello buscaría desaparecer en el anonimato, una
de sus obsesiones.
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