Volver a caer en el eje del mal vivir sería el tercer error y pienso que definitivo. PSOE/Podemos y gente de mal vivir solo son portadores del virus de la ignorancia ajena y la miseria propia.
La respuesta a la
pregunta que da título a este artículo es rotunda si uno se deja llevar por lo
que indican las encuestas: la primera preocupación de los españoles es el paro
y la marcha de la economía. Siendo ello así, resulta extraño que la agenda
pública lleve muchos meses centrada en asuntos que poco o nada tienen que ver
con ambas cosas. Y que una y otra apenas parezcan influir, contra lo que cabría
esperar, en la intención de voto de los españoles.
Nadie se atreve a negar
ya, por supuesto, lo que acaban de indicar el FMI y la OCDE: que España estará
a la cabeza del crecimiento en los países avanzados en el 2015 y será el país
de la OCDE que más empleo creará este año y el siguiente. Pero, aceptados, como
si fueran nada, tales hechos, increíbles hace tres años, cuando Zapatero dejó
el país hundido en un desastre de descomunales proporciones, se ha convertido
casi en una moda contrarrestar su indiscutible importancia con una simpleza
convertida en un auténtico prejuicio popular: que la macroeconomía va bien, sí,
pero sin que esa mejoría se traduzca en la microeconomía, es decir, en lo que
se ha dado en llamar «la vida de la gente». La gente (concepto vaporoso donde
los haya cuando se habla de economía) no lo nota, se nos dice, lo que equivale
a sostener que puede un país crecer y crear puestos de trabajo sin que ello
influya en los cientos de miles de personas que se benefician del aumento del
empleo y en los millones que lo hacen del crecimiento de la economía.
Basta seguir a diario
las noticias para comprobar que, aunque hay sectores sociales que siguen
pasándolas canutas (los parados de larga duración y las familias donde no
trabaja ninguno miembro), los buenos datos macroeconómicos sí tienen un reflejo
evidente en la vida de la gente: ayer, sin ir más lejos, el Banco de España
constataba el «elevado dinamismo» del consumo privado y sabíamos del incremento
anual del 11 % en la constitución de hipotecas. A esos datos podrían añadirse
otros muchos, como el aumento espectacular de la venta de automóviles, el
crecimiento interanual del número de pymes, la reducción entre enero y junio de
un 46 % del número de afectados por un ERE respecto al mismo período del 2014,
el notable incremento del turismo interior y la significativa reducción
interanual del número de ejecuciones hipotecarias. ¡Si eso no es «la vida de la
gente» que venga Dios y lo vea!
Sin embargo nada de
ello parece afectar de verdad a la valoración de la gestión de los partidos al
frente del Gobierno y de la oposición, de lo que cabría deducir algo que
contradicen todas las encuestas: que, en realidad, la política le preocupa a
millones de españoles mucho más que la economía. Dicho en plata: que, cuando a
los españoles les preguntan, muchos dicen lo que creen que es políticamente
correcto y no lo que piensan de verdad.
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