Cada vez que se publican los
estudios de Cáritas o los datos de Empleo sobre los hogares donde no entra ni
un sueldo, el país se escandaliza, como es natural. No nos parece aceptable que
en esta sociedad pueda haber más de diez millones de personas situadas en el umbral
de la pobreza -solo para Pedro Sánchez-. Sin embargo, cuando algún partido político propone una solución,
sobre todo si estamos en fase electoral, una parte de la opinión publicada se
escandaliza también y saca a relucir la tentación de convertir las elecciones
en una subasta de ofertas.
Ahora está ocurriendo.
Los cuatro partidos que aspiran a gobernar España han puesto en el mercado
político una serie de promesas que, para entendernos, hemos de llamar
genéricamente «renta básica». Ese es el nombre inicial que le puso Podemos y
fue descalificado por entender que pretende seducir al electorado con algo
imposible. Después fue Ciudadanos quien propuso un complejo sistema de
complemento salarial. Y hace dos días, el no va más: Pedro Sánchez sacó de la
manga el «ingreso mínimo vital» que calcula en 6.000 millones anuales y el PP
entró en la rifa con 2.000 millones para los colectivos más desfavorecidos.
¿Qué hacemos? ¿Los
descalificamos a todos por su descaro electoralista? Yo no lo haría. Empezaría
por reconocer a Podemos el mérito de la iniciativa, aunque la haya devaluado
pasando de una «renta básica para todos» a una «renta para personas sin
ingresos» y terminando en una «renta mínima de inserción». Seguiría por
reconocer la propuesta de Ciudadanos y terminaría por celebrar la incorporación
de PSOE y PP, que fueron lentos, pero ayudan a crear un clima de atención a los
más necesitados.
Dicho eso, el riesgo de
convertir la campaña electoral en una compra de votos existe. El peligro de
convertir la oferta en un juego demagógico es evidente. Y la posibilidad de
vender castillos en el aire es cierta: nadie aclara cómo se hace compatible esa
renta con la ya existente en comunidades autónomas o el mínimo de supervivencia
que garantiza el Estado. El PSOE habla de 6.000 millones, pero no dice de dónde
se extraen. El PP es más realista con sus 2.000 millones, pero asegura que es
lo ahorrado en prestaciones de desempleo y yo les pregunto: ¿con qué cara
pueden decir eso si casi la mitad de los desempleados no recibe ningún
subsidio? ¿Esos 2.000 millones salen de los parados que se quedan sin
protección? No parece muy decente.
Conclusiones:
1) Si son ciertos los
datos de pobreza, niños sin alimentar y todo lo que se publica, algo hay que
hacer y va en la línea de la renta o ingreso mínimo vital.
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