Traduci in italiano. Traduire au français. Übersetzen auf Deutsch. Translate to English
El estancamiento se posibilita cuando la
economía de un país no crece, o lo hace en una medida muy limitada, inferior o
igual al Crecimiento de
la población, o sea, es la situación opuesta al crecimiento económico y se
produce cuando el ahorro y
la inversión son muy
reducidos, incapaces de generar nuevas actividades productivas y apenas
suficientes para cubrir los costos de
reposición. Por tanto, el estancamiento es una situación característica de
sociedades atrasadas, con escaso desarrollo tecnológico
y baja calificación de la mano de obra; también se produce cuando las cargas
impositivas son muy altas y se genera una fuerte presión fiscal, o cuando por
diversas circunstancias específicas -económicas o extraeconómicas- se reducen
drásticamente las inversiones: políticas de expropiaciones, inestabilidad
política aguda, etc., etc.
Europa está a punto de caer, yo incluso diría que ha
caído en esta viciada trampa mortal de
necesidad. A los rasgos del mínimo crecimiento económico, se le unen, en la actualidad,
la débil inflación, las pesadas deudas públicas y privadas, el aumento de las
desigualdades, el crecimiento de la pobreza? Se podría concluir que corremos el
riesgo de sacrificar a toda una generación.
En los análisis prospectivos de los organismos
internacionales se resalta un doble hecho evidente: la globalización está
contribuyendo tanto a sacar de la pobreza a millones de personas en los países
emergentes, como también condena al desempleo, y a menores salarios, a los
trabajadores menos cualificados en los países desarrollados.
Es decir, se puede concluir que la mayor libertad de
los movimientos de capitales, de mercancías y de tecnología junto a la mayor
desregulación financiera aplicada en los últimos años, está reduciendo los
márgenes de maniobra de poder fiscalizar y vigilar las rentas del trabajo, del
capital y los niveles de riqueza. Los efectos más próximos y visibles son un
mayor endeudamiento público, una disminución de las prestaciones sociales y una
reducción de nuestras remuneraciones. Estamos acomodándonos a una nueva
realidad social y empresarial.
Pero, sobre todo, asistiendo a un proceso de
transformación del modelo anterior. Antes, el trabajo era más o menos uniforme,
con escasas rotaciones, con fijeza en el lugar del trabajo y formando parte de
unas organizaciones fuertemente jerarquizadas y estructuradas.
En la actualidad, el trabajo se vuelve poliforme;
muchas veces basado en proyectos individuales; con presencia de un dinamismo
laboral muy elevado; trabajando bajo contratos y acuerdos flexibles, de
diferentes prioridades, y en distintos ámbitos y localizaciones. Estos cambios
se aceleran día a día. A medida que se incrementan las transformaciones, los
impactos y las repercusiones son más intensos.
Ante esta complicada coyuntura emerge una nueva
cuestión: se aprecia el fuerte castigo al que son sometidas las clases medias
y, por ende, su propio cuestionamiento. Las apuestas por los incrementos de la
productividad, por el empleo y por el sostenimiento del estado del bienestar
comienzan a estar cuestionándose en el seno de la propia sociedad.
Las recetas aplicadas en los últimos años no han hecho
más que deteriorar los salarios (a través de políticas que apostaron por la
devaluación interna para lograr un aumento de la competitividad exterior); han
acelerado la destrucción del empleo con contratos indefinidos (prevaleciendo
los contratos flexibles y por proyectos); y hemos asistido a amplios recortes
en los servicios sociales, educación, sanidad y prestaciones (como parte de las
respuestas políticas en la defensa de un Estado frugal de bienestar).
Asimismo, a medida que se han ido reestructurando los
sectores industriales y de servicios, muchos de sus trabajadores fueron
despedidos o reajustados, algunos ya no han vuelto a encontrar empleo, otros
han sido reabsorbidos en puestos de trabajo peor pagados, y los restantes
optaron por operar en trabajos más discontinuos. En base a estas circunstancias
se aprecia un debilitamiento de las clases medias. Su histórico papel de
equilibrio en la sociedad capitalista se está viendo afectado de manera
ostensible.
Si anteriormente habían llegado a constituir uno de
los motores de los despegues y crecimientos económicos (en su doble función de
ser al mismo tiempo agentes en la producción y en el consumo), ahora son las
protagonistas afectadas por las reformas. Al punto que el Banco Mundial aboga
por una nueva definición: la de clases vulnerables. Esto es, aquellas clases
móviles compuestas por aquellos que una vez consiguieron dar el salto desde las
capas más bajas a las medias, o a las medias-bajas; y que, como consecuencia de
la movilidad descendente, pueden volver a la pobreza.
La actual situación socio-económica puede estar
acabando con la clase media. Esta se está desvaneciendo, ya que posee cada vez
menos recursos y cuenta con menores oportunidades. Los ejemplos están a la
vista: se prescinde de profesionales con trayectorias inmaculadas; se
disminuyen los estándares de calidad; se rompe y se fracciona la estabilidad
económica y laboral conseguida, etcétera.
La clase media creía que con una buena formación se le
abrirían las puertas al futuro. Los últimos trabajos académicos recién
publicados sobre el tema (incluido el de Thomas Piketty) revelan la
configuración de una mayor desigualdad económica, una mayor polarización social
y un incremento de las estratificaciones en la sociedad actual. Los tres rasgos
no son halagüeños. Debemos, pues, ser conscientes de ello y procurar que las
transformaciones y reformas que se están diseñando no alienten a la actual
dinámica, so pena de arrastrarnos al final de una sociedad participativa, como
apuntan destacados sociólogos.
La desigualdad media por el índice de Gini, ha crecido en España desde 2004 que alcanzó su nivel más bajo
ResponderEliminar