
El libro y la
acusación al Rey me importan poco menos que un pimiento. Aunque todo sea dicho,
escribe más mentiras evidentes que verdades latentes. Yo acuso al Rey de
traficante de drogas y porteador de blanqueo de capitales. Pero nunca lo haría aprovechándome de los funerales de la
persona que acompaña en la foto al monarca. Si, si me aprovecharía de que el Pisuerga
pasa por Valladolid.
Pero bueno, así es esta pájara de
mal agüero que en su día vació océanos, solo porque un periodista describió su
condición de mujer.
A lo que vamos. Los funerales de Estado
por Adolfo Suárez y de la homilía en DO MENOR con clave política del cardenal Rouco a quien
Rajoy no traga y a quien no ha recibido en más de dos años de legislatura, todo
ello con unas elecciones europeas casi en presente, DICEN los miembros numerarios del PP –Yo, no lo creo- la economía está iniciando un tímido repunte. Política atestada de ficciones y silencios largos, a la espera de que la
recuperación económica anime a los votantes del PP -inflación congelada,
repentino dinamismo en la contratación laboral, el PIB apuntando al alza...-.
Uno de los indicadores clave del interés que despierta nuestro país es el
desembarco de grandes fondos internacionales en busca de saldos inmobiliarios.
Las sorpresas serán positivas, anuncian los fontaneros del Gobierno: los
impuestos van a bajar, las constantes vitales del déficit se estabilizan casi
sin esfuerzo añadido, se empieza a crear empleo neto...(mentira evidente)
Política terciaria sujeta al férreo marcaje que dicta Merkel. Ha pasado ya la
época en que Felipe González peroraba sobre la construcción europea, Aznar se
asociaba a Washington y Zapatero impulsaba la Alianza de Civilizaciones. ¿Una
España ensimismada? No exactamente. Más bien la etapa de Rajoy refleja las
consecuencias de un país que ha perdido gran parte de su autonomía debido a la
asfixia financiera y al endeudamiento masivo. En 2012, el rescate parecía
inminente pero la pinza con Francia e Italia nos salvó. Desde entonces mejor no
llamar la atención, hacer los deberes y torear el temporal. Tras siete años de
crisis, España se ha visto obligada a una reestructuración durísima que ha
llegado a poner en tela de juicio el funcionamiento de las principales
instituciones del Estado.
En tales circunstancias, Pilar
Urbano, que lleva tiempo precisada en ofrecer una particular relectura de
nuestra Historia reciente. La Reina, el Rey, Baltasar Garzón.. escribió lo que
el obligó a que escribiera que, por cierto, dista mucho de ser su auténtica
biografía. La pregunta no es ahora por qué Suárez, su última “””investigación”””,
sino por qué en este momento y en las presentes circunstancias. Las biografías
que escribe Urbano se caracterizan por el oportunismo del best seller y por su capacidad polifacética, dos reglas de oro para asegurar ventas
pero nunca hay que utilizar al lector que, en definitiva, es quien paga la
golfada de su oportunismo. Se quejan los libreros de que las ventas bajan de manera alarmante ¿Cómo no van a bajar?. De nuevo la Transición, de nuevo la Casa Real, quizás de nuevo la
Constitución, con Cataluña al fondo y el sarampión electoral. Por supuesto, la
publicación de este libro no es casual. Muy mal, políticamente, huele Madrid. Rajoy, aun no sabe quien será el número uno de la candidatura, ¡¡¡¡bien consensuado que que está el político de nos debe defender en Europa¡¡¡ ¡Al tiempo¡
Comentarios
Ignora por ejemplo que en la operación 23F triunfó el Plan-A, que consistía en organizar una asonada militar dirigida por dos generales monárquicos (Armada y Miláns) y presentarle una lista inadmisible de gobierno de transición -con ministros socialistas y algún comunista-, al coronel Tejero, un militar no monárquico, seleccionado para que reventara la operación, el cual dijo al ver la lista que "para esto no me he jugado yo la carrera".
El objetivo del 23F era (al igual que la sanjurjada de 1932, protagonizada por el general masón) la consolidación de la naciente 'democracia' mediante la descalificación de las Fuerzas Armadas, leales a la memoria de Franco y la cruzada, haciéndolas quedar como conspiradoras contra el nuevo régimen.
Pero ¿cual sería el Plan-B, para el caso de que fallara el primero?. Muy sencillo: si Armada entrase con la lista de gobierno en el hemiciclo, seguro que Felipe González la había denunciado como antidemocrática.
En cualquier caso, caerían los militares. e incluso podía caer el rey. Eso no lo sabían los monárquicos miembros de la Orden, que aceptaron obedientemente un plan elaborado en instancias ajenas a ellos y en un ámbito probablemente no español.