Es posible que la manipulación del censo y otras prácticas de difícil control modifiquen los resultados que hoy certifican las encuestas serias. Si no fuera así, en este momento, como subraya Ana Martín en El Debate, el PSOE sanchista perdería 5,5 puntos en intención de voto, es decir, cerca de millón y medio de electores y una docena de diputados.
La distancia entre PSOE y el Partido Popular se acerca ya a los diez puntos, según Electocracia. La suma de diputados del PP y Vox roza los 200 y el partido de los sanchistas apenas alcanza los 100. El Partido Popular se acerca a los 9 millones de votos mientras Pedro Sánchez ha perdido 1.400.000 y los populares casi doblan a los socialistas en cifras totales.
Los agradaores de Feijóo celebran a gritos estos datos. Se equivocan. Son solo encuestas y Pedro Sánchez ha demostrado su extraordinaria habilidad para modificar las cosas y ganar el relato al líder popular. Haría muy bien Alberto Núñez Feijóo si no se recreara en las encuestas y tomara las decisiones necesarias para que no se alteren las elecciones, asegurándose de que se celebrarán con absoluta limpieza.
En todo caso, la situación se puede modificar todavía en el peor sentido para Pedro Sánchez. Si lo que cuentan los expertos fuera verdad, si la UCO tuviera datos sobre una presunta financiación ilegal del PSOE; si multiplicara las historias torticeras de corrupción en torno a Pedro Sánchez, hasta es posible que no quede otro remedio a los sanchistas que anticipar las elecciones. Esta solución se robustecería si el presidente no consigue “comprar” los votos necesarios en el Congreso de los Diputados para aprobar los Presupuestos Generales del Estado de 2026.
No son caballerosos floretes los que están en lucha, sino navajas cachicuernas y una situación de inestabilidad cercana al espectáculo circense. Pedro Sánchez se tambalea en la cuerda floja en su intento de atravesar las varias crisis que le agobian y atenazan.
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